Desde hace un tiempo ya que decidimos con Ksenija dejar de usar tanto producto químico de dudoso origen.
Uno de los productos que más están en la mira de las ONG que protegen los derechos del consumidor es el champú. Según los resultados de muchísimos experimentos imparciales, se ha comprobado que estos brebajes incluyen químicos muy agresivos: derivados del petróleo que provocan irritación crónica del cuero cabelludo, agentes que directamente acrecientan la caída del cabello, y el infaltable componente sospechado de ser cancerígeno.
Como este tema da para rato, y siempre hay intereses creados, Ksenija decidió tomar el toro por las astas, y se lanzó a la búsqueda de recetas naturales de alternativas a tanto químico dudoso.
Ella fue más radical -o punk, si se quiere- que yo, y probó muchas variantes (lavarse sólo con agua, o con vinagre, o con ciertos pastas de hierbas rehidratadas), por varias semanas a la vez.
Finalmente, y después de mucho probar, podemos decidir con la frente en alto que hemos encontrado el reemplazante definitivo del champú casero: el bicarbonato de sodio, siempre presente en la cocina para limpiar una mancha difícil, para levar un pan, para contrarrestar una acidez, o para desagotar un caño rebelde.
Resulta que la receta es sencillísima.
Sólo hay que disolver una cucharadita panzona de bicarbonato de sodio en un vaso de más o menos 200cc de agua caliente.
Revolver muy bien, y aplicar sobre el cabello mojado, masajeando con ganas.
Podemos repetir el proceso, dependiendo del gusto de cada uno, del largo y tipo del cabello, etc.
A Ksenija le dio tan buen resultado, que no sólo el cabello le quedó limpio, sino que también se lo formaron unas suaves bucles que le agrandaron la sonrisa durante varios días (y generó alabanzas en las compañeras de trabajo). De hecho una vez el cabello se le mantuvo limpio durante ¡seis días! No hay forma de que eso suceda con un champú comercial, creánme (o créanle, mejor, a ella).
En mi caso, puedo decir que además de cumplir la tarea de limpiar el cabello, me desapareció un sarpullido de varios meses, que lo atribuyo a los agentes irritantes más arriba mencionados, y cuando me vieron en Argentina unánimemente me dijeron que… ¡tenía más pelo! Eso sí que no me lo esperaba, pero me remito a los hechos.
Lógicamente, dependiendo del tipo de cabello, los resultados pueden variar. Los que tienen cabello naturalmente seco, por ejemplo, quizás luego de lavarse con bicarbonato tendrán que hidratar el cabello con algún acondicionador (en Indonesia usan aceite de coco a tal efecto)… cada uno verá.
A mí, que tengo el pelo naturalmente graso, me dio excelentes resultados, y ni loco que vuelvo al Head & Shoulders.
Entonces amigos y amigas, si se animan, hagan la prueba. No sólo obtendrán un cabello más sano, sino que además se ahorrarán una buena suma en productos de “cuidado personal”, y ni que hablar a la hora de viajar. Es practiquísimo: un sobre de NaHCO3 y todo resuelto.
PD: a los que no les guste el uso de la voz “champú” y prefieran el foráneo shampoo… pues les digo que así lo que indica la querida e infalible Real Academia Española, que todo lo sabe."
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